Me encanta soñar. Esta vez soñé que Jesús me llevó a una sala enorme con muchísimas gafas y Jesús me explicó que cada persona elige unas gafas a través de las cuales mira la realidad. Si son azules, las personas, las situaciones hasta las cosas más pequeñas tienen un tono azul. Si son rosas todo lo que la persona ve queda impregnado de color rosa. Lo curioso es que cada color de las gafas tiene un significado especial. Por ejemplo, me dijo Jesús, mira aquí esta madre que eligió color rojo anaranjado, toda la realidad que mira y observa la colorea de su entrega sencilla. No hace cosas grandes, pero todo lo vive, siente y piensa desde esta entrega cariñosa a sus hijos y a los demás.
Jaime es un niño bastante inteligente. Las gafas que escogió son de color azul fosforito, se piensa que él es el centro del mundo, que él tiene que tener siempre la parte más fácil del trabajo, el mejor trozo de pastel y si toca repartir chucherías, él debe tener dos en vez de una. ¿por qué? Pues toda la realidad que vive, piensa y siente gira en torno a él. Seguramente llegará lejos, piensan sus padres.
Loli es una niña de integración, está en sexto pero sus conocimientos corresponden a cuarto. Es un poco tímida, con una voz muy suave y pelo rizado. Le encanta participar en todo y sus gafas son de verde clarito. No le importa que a veces pasen de ella, siempre está dispuesta a ser amiga de todos, aunque vea que no todo sea bueno, confía en los demás, no se desanima si las cosas no le salen bien (sobre todo se le dan fatal las manualidades) y le encanta hablar con Jesús. Cuando hay que recoger la clase o después del grupo, se queda hasta el final cuando los demás se han ido para no tener que trabajar demasiado. Lo bueno es, me explicó Jesús, que la persona a lo largo de su vida puede cambiar de gafas. Yo llevo estas gafas de color amarillo. Me los dio mi Padre para que viera con su mirada amorosa y misericordiosa a todos. Los cristianos aprenden a mirar como yo con la ayuda del Espíritu Santo. Mira, pruébatelas.
Y fue maravilloso, deseaba que esa mirada iluminara para siempre todo mi pasado, presente y futuro. Pero me desperté, qué pena, pensé, me hubiera gustado estar siempre con Jesús y mirar como Él. Sabía que un día se cumpliría mi sueño, pero por ahora tenía que confiar y esperar con fortaleza, levantarme si caigo en visiones pesimistas, volviendo sobre la mirada de Jesús. Menos mal que tenía la seguridad de que Jesús no era un sueño sino que caminaba siempre conmigo. Las gafas invisibles de la fe que me había regalado un día me hacían descubrirlo en mi vida diaria.
Reflexión:
¿Cómo es tu mirada, tus gafas, te fijas solamente en lo negativo o en ti mismo?
¿Qué actitudes descubres en la madre, en Jaime, en Loli?
¿Te gustaría mirar con las gafas amarillas de Jesús? ¿Eres capaz de imaginarte la mirada de Dios sobre ti? ¿Cómo es?
¿Piensas que es importante mirar con las gafas invisibles de la fe?
¿Eres consciente de que Jesús está a tu lado aunque no lo veas?
Un día me inspiró una persona de nuestra clase este cuento que comparto con vosotros ...
ResponderEliminarZuzana