"Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos. Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá. Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película..."
La conciencia de ser el segundo para siempre por el designio misterioso de mi nacimiento torturaba constantemente mi vida. Me sentía preso de aquella telaraña que fomentaba mi enfado y mis ganas de demostrar que aquello había sido una equivocación del destino. Hasta que un día inesperado, cuando el cielo se cubrió de gris, se abrió el telón del cielo y empezó a nevar fuertemente. Era el preludio de aquel nuevo nacimiento que se iba a consumar esa noche.
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